Nacimiento de la R.A.S.A.N y la Batalla de las Navas de Tolosa.

(Nota de BMT – Maestro de Táctica)

 

Hacia 1255, temprano en su reinado, Alfonso X el Sabio creó un ministerio secreto en su gobierno, que después evolucionaría de manera independiente como la R.A.S.A.N.*

 

El objetivo de dicha creación era “facer recuento de cualesquiera bestias, atrocidades, seres impuros y demás calaña que no fueren humanos o animales”, de manera que gracias a este impulso la sociedad española, fervientemente afectada por dogmatismos religiosos, comenzó un trabajo de investigación y compilación de formas de vida que hasta entonces solamente formaban parte del imaginario colectivo y de los archivos de la Cámara y la Sildhala (ambos discretamente ocultados del mundo humano).

 

Pero, ¿cómo sabía el monarca de la existencia de tales criaturas? Y, aún más importante, ¿qué detonó la creación de la R.A.S.A.N? Recientemente se ha encontrado, enterrado en el Archivo Nacional de España, un manuscrito de un monje que afirma haber sido el confesor de Alfonso X. En este legajo fray Lope de Castro consigna las razones de la creación de la R.A.S.A.N, y de ser cierto lo que contiene la Historia, tal y como la conoce la humanidad, deberá ser reescrita.

 

Transcribo el texto, deteriorado y confuso en su lenguaje tan antiguo, permitiéndome alguna maquetación para su mejor comprensión en nuestros días:

 

En estos, mis postreros años, me siento obligado a narrar las confesiones que estando recién ordenado depositó en mí el Ilustrísimo Don Alfonso X, apodado “el sabio” por menos razones de las que se conocen y merece.

 

Obligado como estoy por el secreto de confesión, esta carga no puede pasar a otros hombros, así que escribo estas líneas con objeto de que sean mi propio desahogo y así aliviar mi alma de esta terrible carga, para poder tener alguna vaga esperanza de que sea San Pedro y no el Maligno quien me reciba una vez mi tiempo en este mundo se agote. Tengo intención de purificar estas páginas en el fuego para que no nadie conozca estas horribles verdades.

 

Corría el año de Nuestro Señor de 1254, y acaeció que otros hermanos recién nombrados y un servidor fuimos enviados como embajada de nuestro Ilustre Señor el Arzobispo de Burgos, para servir de traductores y escribas en la Corte Real.

 

Nunca sabré si nuestro recientemente coronado monarca vio algo en mi humilde persona, o sencillamente nos unieron los designios del Creador, pero después de evaluarnos me eligió para asistirle en su scriptorium privado.

 

Hasta ese momento mi contacto con el mundo se había basado en una sólida fe, las lecciones como novicio en nuestra abadía y los breves momentos de asistente a fray Gutierre, nuestro recaudador del diezmo. Nunca pensé que podía haber algo más ahí fuera, o lo aterrador que podía ser conocerlo.

 

Pasados los años, aposentado cierto nivel de confianza y después de un incidente en el que encontré a su Majestad Nuestro Rey hablando con toda familiaridad con quien a todas luces parecía un vulgar pastor, empezó a hablarme de cómo hacía entrar a hurtadillas en Palacio a una selección de individuos con información especial, secreta y confidencial a tales niveles que no podía hablar con nadie de ello, y me pidió que le asistiera en la recolección de esa información.

 

Aunque me gustaría decir que dudé, no lo hice. Ardía en deseos de conocer esa información que ningún Ministro de Su Majestad sospechaba que existiera, y mi curiosidad precipitó la condena de mi alma. Espero que Dios Nuestro Señor tenga piedad de este pobre anciano y salve mi alma de los padecimientos que sin duda me aguardan en el Infierno.

 

A resultas de mi poco meditada decisión, descubrí que las criaturas que pueblan el imaginario del populacho EXISTEN DE VERAS. Hay meigas y hombres lobo y duendes y hadas, y se esconden de la gente. De repente me vi envuelto en un mundo nuevo, entre individuos que traían informes increíbles, consignando historias que parecían venir de los sueños febriles de un maníaco.

 

Una vez empecé a acostumbrarme a esta tarea, se requirió de mí un sacrificio mayor y conocer el principio, la razón por la que su Majestad Don Alfonso “el Sabio” daba pábulo a tan increíbles historias. Solamente pido a Nuestro Señor que me permita transcribir con total fidelidad la confesión de su Majestad Nuestro Rey:

 

Esta historia hemos de tenerla por cierta, amigo Lope, ya que proviene del primo de mi abuelo, el Rey Don Alfonso VIII de Castilla, y es necesario que la conozcas para así comprender la creación del Ministerio Oculto y su importancia para nosotros.

 

  • En el año de Nuestro Señor de 1212 tuvo lugar…
  • La batalla de Úbeda – Interrumpí, inocente de mí– También conocida como la de las Navas de Tolosa, en que el primo de vuestro abuelo venció sobre los moros y…- mi voz se fue apagando al ver la expresión de compasión en los ojos de su Majestad que me llamaba “amigo”- No me digáis que…

 

  • Te digo, Lope, te digo. Fue tal el horror que contemplaron cristianos y moros que decidieron unir fuerzas. Mi abuelo contó a mi padre como, en la confesión que le hizo en su lecho de muerte, Alfonso todavía era capaz de temblar como un recién nacido aun no teniendo fuerzas para sostener una copa de vino.

 

Cuando el polvo se asentó, pudieron ver con claridad los cadáveres de humanos sin armas, armaduras o incluso sin ropajes en algunos casos. Pero no era eso a lo que se habían enfrentado. Ahora, unos pocos sabemos que eran hombres lobo, pero entonces nadie, ni siquiera los comandantes de los ejércitos, sabían qué era aquella brujería. An-Nasir, el líder de los moros, enloqueció y ordenó a sus hombres atacar a los cristianos que hace un momento habían combatido codo con codo junto a ellos contra las criaturas, pero sus fuerzas se habían visto mermadas en la contienda con las bestias y no fueron rival para el ejército de mi primo-abuelo.

 

Cuando era joven esta historia me pareció inverosímil, pero, presa de un oscuro entusiasmo, decidí interrogar a algunos nobles descendientes de los líderes cristianos. Todos me despacharon con chanzas, ya que pensaban que yo mismo estaba bromeando, pero resulta que también había descendientes de sus sirvientes y sus miradas reflejaban pánico, como si fuera para ellos una historia repetida junto al fuego para aleccionarles sobre la vida. Unas pocas y sucintas respuestas sentaron la base para el Ministerio en el que hoy prestas servicio.

 

Cuando me sobrepuse a este relato, caí en la cuenta de algo:

 

  • Pero, mi Señor, esta historia tiene más de cincuenta años. Los lugareños apenas pueden precisar donde ocurrió la batalla, no hablemos ya de sus contendientes sobrenaturales. ¿Por qué fundasteis el Ministerio Oculto, si me permitís el atrevimiento?
  • Sabía que podía contar con tu habitual perspicacia, amigo Lope – Sonrió su Majestad el Rey.- Los hechos que me llevaron a recopilar la información son posteriores y mucho más graves, pero debía ponerte en contexto primero. Como sabrás…

 

A partir de aquí solamente hay restos de páginas quemadas, como si fray Lope de Castro hubiera empezado a cumplir su voluntad de destruir el manuscrito y algo hubiera impedido su total cremación.

 

Este texto no debe salir del mundo académico, donde ahora solamente existe como curiosidad, y pasado un tiempo prudencial un Paladín de la Humanidad o un Materializador de Destinos deberá hacerse con él discretamente y añadirlo a nuestro archivo.

 

 

En Madrid, a 25 de Mayo de 1987

Maestro de Táctica Borja Martínez y Tomasson

 

 

 

*Considérese ampliar información sobre la R.A.S.A.N en las notas del Agente Bibliotecario Aybar del Barrio.