Breve historia de la RASAN, por el AB. Aybar del Barrio.
Según notas rescatadas del Incendio del Archivo Mayor de la Sildhala.
Alfonso X el Sabio, conocido por sus victorias militares y sus múltiples obras literarias y científicas, fundó en el año cristiano de 1256 una comunidad secreta de eruditos, cuyas filtraciones pasaron a la historia como la Escuela de Traductores de Toledo, con intención de recabar información de distintas culturas sobre la lucha contra las fuerzas sobrenaturales. Dicha Escuela, que jamás existió con una sede física, estaba formada por sabios y traductores de diversas partes del mundo, así como de otros eruditos de fama menos reconocida llamados por los avispados de entonces los Fantasmas del Rey.
Estos Fantasmas trabajaban en secreto en lugares señalados, nunca repetidos, protegidos por hombres de confianza del monarca. Nadie sabía de su actividad ni eran conocidas sus identidades. Se esfumaban tal como llegaban y no queda registro conocido de su existencia.
Cuando el rey comenzó su campaña de repoblación y empezó a fundar nuevas villas a lo largo y ancho del territorio, los Fantasmas solicitaron la incorporación, en secreto, a alguna de aquellas villas para tener un lugar físico donde trabajar y dejar de vagar sin rumbo fijo.
El monarca accedió, acordando no otorgarles títulos ni documentos que pudieran señalarles en la vida pública, ya que su labor debía llevarse a cabo en el más absoluto anonimato, no procediendo a su majestad verse involucrado en su obra.
Sin embargo, tal era la preocupación de Alfonso por las tareas que llevaban a cabo, que distribuyó emisarios por toda Castilla y mandóles incluso a algunos al extranjero. Les hizo formarse en letras y armas, debiendo todos ellos responder con alta cultura y buena discreción, a las demandas del monarca.
A la muerte de aqueste en 1284, quedó la secreta organización abandonada de medios y desamparada. No tardó en recomponerse de la pérdida, con subvenciones privadas bien negociadas entre discretos y silenciosos mecenas a lo largo de la vieja Europa y así fue creciendo y aumentando su número.
Encontróse la orden con cierta competencia entre los cazadores tatuados. Un sinfín de guerrilleros independientes y desorganizados, de diversa procedencia, unidos tan sólo por signos de identificación que les señalaban como luchadores de lo sobrenatural. Estos cazadores empleaban los medios antinaturales que creían convenientes en su lucha, incluso realizaban pactos y negociaciones con criaturas de la oscuridad, por lo que la orden no llegó a incorporarlos a sus filas.
Siendo el título de Fantasmas de Alfonso mala tarjeta de presentación para sus actividades, pronto la red de eruditos y guerreros, ya infiltrada incluso en altas esferas de la sociedad, pasó a adoptar el nombre de RASAN, Red Anti Seres Anti Natura, por la burla de los cazadores a sus maneras y radicalismos.
La Rasan institucionalizó el título y produjo material específico para su actividad, rechazando todo contacto y toda influencia de lo sobrenatural.
Y han llegado hasta nuestros días, como una secta secreta de luchadores contra la oscuridad, llamándose a sí mismos paladines de luz, verdaderos creyentes y discípulos del Sabio.
En Monforte, a 14 de diciembre de 1954
Agente Bibliotecario Aybar del Barrio